La Puerta Negra

Ponernos delante de nuestros miedos, en total indefensión, y afrontar con valentía el traspasarlos, requiere mucho coraje, algo que no esta fuera sino dentro de nosotros.
La Puerta Negra

El cuento de la puerta negra comienza así…Érase una vez en un país muy lejano un rey muy polémico por sus acciones.

Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala, los prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:

-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.

Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción.

-Ahora, continuaba el rey, miren hacia el rincón del lado izquierdo.

Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. Era algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho peor para ver.

El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:

– Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir ensartados por flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra y quedarse encerrados allí? Ahora decidan, tienen libre albedrío, escojan.

Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: A la hora de tomar la decisión, ellos llegaban cerca de la horrorosa puerta negra de más de cuatro metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos con leyendas escritas del tipo: “Viva la muerte”, y decidían: – “Prefiero morir atravesado por las fechas.”

Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los arqueros de la muerte y decían al rey:

– “Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado”.

Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la muerte por las flechas.

Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del “pelotón de flechas” estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: – “Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?”

¿Qué es lo que hay detrás de la puerta negra?

El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa puerta negra.”

El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió un rayo puro de sol besar el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar.

El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia la libertad.

¿A qué me lleva?…

Reconozco que este cuento me impresionó la primera vez que lo leí, y varias después… 

Me llevó a darme cuenta cuanto nos cuesta tomar decisiones vitales por nosotros mismos, nos es más fácil apoyarnos y vernos reflejados en el miedo del otro que arriesgarnos y decidir, aunque sepamos cuales van a ser las consecuencias de responder como lo hacen los demás

Nos cuesta aceptar que alguien pueda ofrecernos la posibilidad de libertad sin esperar nada a cambio, sin pensar que no nos estén engañando.

Consideramos que la crisis es lo importante, el principio y fin de una situación, sin entender que es sólo una transición de un lugar a otro, desde el lugar en el que estoy hasta el que puedo llegar.

Que  lo importante de la crisis es hacia donde nos abre la puerta de libertad que va tras ese momento de miedo vital.

Pero el miedo hay que transitarlo. Si sólo vemos ese miedo, el transitarlo lo hará muy difícil, pero si entendemos que detrás de eso hay algo mejor y bueno para nosotros, no nos quitará ni disminuirá el miedo de tener que transitar esa situación, en la que ya estamos, pero nos va a dar un punto de referencia al que mirar, aunque no sepamos y no podamos concretar qué va a ocurrir después, nos va ayudar a enfrentar la crisis.

La puerta negra, ese miedo gigante a todo lo que no conocemos, a todo lo que no podemos controlar, a todo lo que hay más allá de lo que conozco de mi mismo, incluso más allá de lo que no quiero ver o aceptar de mi. Si no fuera negra, no precisaría de valor, de un cuestionamiento profundo para dar el paso y salir de donde me encuentro.

Esas puertas negras que en algún momento todos tenemos que cruzar, o al menos enfrentar, y para ello ya se encarga la vida de ponernos delante de lo que no me gusta de mi, de lo que me asusta de mi mismo, de los demás, el atreverme a dejar de ser lo que no soy y está aceptado por mi y por los otros, por lo que soy y aún no conozco.

Uno nunca tiene miedo de los desconocido; uno tiene miedo de lo conocido llegando a su fin

JIDDU KRISHNAMURTI

Y desde otro punto de vista…

Lo que muchas veces creemos que es algo negativo, que es una mala experiencia, que hemos tenido mala suerte, resulta que se convierte en algo positivo, algo que a la larga te hará pensar: «menos mal que aquello ocurrió de esa manera que parecía la peor y me asustó o me entristeció, pero con el tiempo ha resultado ser lo mejor para mí». Y damos gracias porque haya ocurrido de esa manera.

Creo que si vivimos las cosas que nos ocurren con más confianza, más fe, si fluimos más con la vida y sus circunstancias, observaremos que nada es lo que parece y que algo que parece negativo no tiene porque serlo.

Permitámonos maravillarnos con los giros de la vida, con las cosas que nos ocurren, las oportunidades que se nos presentan, sin pensar tanto en el éxito o el fracaso, sino en la experiencia, con la curiosidad de ver dónde te llevara esa puerta, qué aprenderás y cómo te transformará, porque detrás de todo eso, veras señales, dirigidas a ti, que te van a ayudar y mostrar un nuevo camino, un lugar mejor.

Al leer este cuento me viene a la cabeza también lo difícil que se nos hace enfrentarnos con nuestros propios miedos https://gud.social/el-miedo/, con nuestra puerta negra.

Además de sentirlo como una gran dificultad nos pasamos la vida eludiéndolos, evitándolos, nos llenamos de actividades, de cosas que hacer, sitios donde ir, gente con la que estar, para no pararnos con nosotros mismos, mirarnos en el espejo, agarrar el toro por los cuernos y enfrentarnos con nuestros propios miedos. Porque sabes que vas a sufrir, que te va a doler, que te va a costar, que vas a darte cuenta de cosas que te va a costar asumir, aceptar, hasta superar. 

Pero traspasar esa puerta de los miedos es necesaria para liberarte, para superarte a ti mismo, para conocerte, aceptarte y sobre todo transformarte. Porque necesitas esa transformación para seguir adelante, siendo una mejor versión de ti mismo, porque tu cuerpo y tu mente han dicho ya basta, necesitan ese cambio, que hagas ese camino hacia ti mismo, hacia tu propio ser, hacia tu verdad. 

Y nadie dijo que era fácil porque no lo es, pero cueste lo que cueste o el tiempo que te haga falta, el resultado te va a dar una gran satisfacción personal, te va a empoderar, cortar amarras, soltar cabos, vas a quitarte un lastre que llevabas cargando y vas a ir camino de tu libertad, de un lugar mejor, del sitio al que realmente perteneces.

Muchas veces por miedo dejamos de hacer tantas cosas, y nos perdemos tantas oportunidades, tantas experiencias vitales. Los miedos nos paralizan, nos bloquean. Y qué tal si hablamos con nuestra mente que a veces nos obstaculiza, nos impide seguir adelante, y entramos en dialogo con ella y le decimos que nos acompañe porque lo vamos a intentar, que no pasa nada por intentarlo y que todo va a ir bien, que esté tranquila. Qué tal si la calmamos y le damos la mano para caminar juntos, confiados y esperanzados, abiertos a descubrir y a superar nuestros miedos.

Coordinadora de contenidos

Enamorada del ser humano y su potencial. Educadora Social, enfermera, instructora de yoga, bailarina…muchas experiencias vitales y personas a lo largo de cada una de esas etapas con un elemento común, aprender, acompañar, escuchar, compartir y vivir al son de la danza que nos propone la vida.

Claves

Dar las cosas por sentadas, nos limita y nos daña.

Tomar las riendas de nuestra vida es una gran responsabilidad, y entre otras cosas, nos ofrece libertad.

Muchas veces juzgamos las cosas por la opinión de otros, sin arriesgarnos a tomar nuestras propias decisiones.

El miedo, debería ser un empuje, un estimulo, no un limite para no vivir.