El miedo ¿amigo o enemigo?

Todos hemos sentido miedo alguna vez. Es una de las emociones más intensas, más cotidianas y de la que más renegamos, y sin embargo, es de la que mas tenemos que aprender.
El miedo

El miedo es una emoción brutal, devastadora, en todas sus formas y momentos. Todos en alguna ocasión los hemos vivido, incluso temido, temer al propio miedo es algo muy habitual.

Hay miedos continuos, miedos que surgen cuando menos lo esperas, miedos que liberan, pero lo que es seguro, es que todos nos empujan a un precipicio del que quisiéramos ser liberados. Intentamos recurrir a otros pensamientos, a otras emociones, sin éxito, pues la agitación continúa, el desazón… es como un imán mucho más fuerte que nuestra voluntad, pero la única forma de superarlo es atravesando ese miedo.

Hay miedos a cosas cotidianas, miedos a perder algo de nosotros mismos, miedos viscerales, miedos educacionales, miedos con los que convivimos, y miedos que golpean sin piedad. Atroces, brutales, sutiles, deliberados, escondidos… pero todos ellos implacables.

Ese cepo que nos atrapa y nos devora en sus fauces. Que pone en alerta todo nuestro sistema, nuestra mente se colapsa en pensamientos repetitivos todos con final trágico, nuestro cuerpo se tensa, tiembla, traspira, se entrecorta la respiración y se acelera el pulso con la sensación de querer correr tras nuestro corazón. 

Esa sensación de que el mundo nos asfixia y hemos llegado al limite, donde no hay salida, donde no hay opciones. La angustia del momento que retroalimenta al miedo.

Nos quedamos paralizados, ahí, sin poder sentir otra cosa, en un momento de presente total, donde no hay nada más que eso, miedo, temblor, soledad. Es un punto cero, pues sabemos que es un punto de no retorno, después de ese miedo intenso nada volverá a ser como antes, quizá mejor, peor, parecido… pero nunca igual. Tal vez porque nada nunca es igual a nada por mucho que se repitan los escenarios y pensemos que sí.

Y entonces, toca avanzar…

No sabes cómo, no sabes de qué manera, el miedo hace que tiemblen nuestros pies a cada paso, la sensación de que están pegados y cada movimiento conlleva un gran esfuerzo… una superación de uno mismo. Es un gran momento, un reto intenso que requiere su tiempo, cada cual el suyo, pero lo que es importantes saber es que en un momento u otro, habrá que avanzar. 

Salir de ahí para recomponernos, procesar e integrar esa vivencia y comenzar de nuevo. Y paso a paso vamos andando, visitando el enfado, la frustración, la culpa… todos ellas paradas indispensables en el camino de transito del miedo. Y cada uno de ellos nos hacen ahondar y entender más ese proceso, poder descubrirlo, hasta salir cogidos de la mano de ese monstruo, que no es más que una parte de nosotros que se quedó por madurar en el camino.

El miedo, nuestro compañero de viaje

Vivimos en una sociedad donde el miedo es nuestro compañero desde pequeños, y seguirá acompañándonos siempre. Lo vemos como ese enemigo con el que luchar, a quien hay que derribar antes de que nos derribe, cuando en realidad tiene mucho que enseñarnos de nosotros mismos. Nos enseña a recuperar esas cosas que nos debilitan y a hacernos fuertes, a plantearnos grandes cuestiones sobre la vida, sobre nosotros, nos enseña a ser valientes, a tener que enfrentar, afrontar y confrontarnos con nosotros mismo, a madurar, a ser vulnerables. Es un compañero constante de valor y decisión.

Ya que es nuestro compañero fiel, sería interesante atrevernos a mirarle, a escuchar lo que tiene que decir, a no taparlo pues con eso solo hacemos que tenga que gritar más fuerte para ser oído. Podríamos mirarle de frente y preguntarle, ¿Qué quieres enseñarme hoy?, ¿Qué tengo hoy por descubrir? Porque incluso salir de nuestra forma habitual, de nuestra rutina cotidiana, tanto en nuestras acciones como en emociones, nos genera miedo. Cualquier cambio nos hace sentirnos amenazados en mayor o menor medida.

Frente al miedo siempre hay un instante de parálisis
Frente al miedo siempre hay un instante de parálisis

Frente al miedo siempre hay un instante de parálisis, todo nuestro sistema se bloquea pues aparece una nueva opción que nos va  llevar a descubrir algo nuevo, y lo nuevo es algo que requiere mucho esfuerzo para nuestro sistema, ya que ha de crear nuevas conexiones neuronales, una nueva respuesta emocional, un cambio en el comportamiento, en el desarrollo de una acción…  pero pasado este momento hay que empezar a transitarlo, para poder superarlo.

En mi experiencia, grandes monstruos a los que he temido, con los que me sentía como una pequeña hormiga indefensa frente a una gran sombra devoradora, al atreverme a transitar ese momento, con todo el esfuerzo que implica, le ha seguido una gran liberación… casi como si de pronto pudieras respirar plenamente tras haber estado escondido bajo multitud de mantas donde casi no había aire, expansión y libertad… y entonces descubres que el monstruo no lo era tanto… que era más todo el alimento que yo le había estado dando durante tanto tiempo con mis pensamientos, con mis ideas, inseguridades… Y cuanto más tardaba en enfrentarlo, más le alimentaba y más grande se hacia, lo hacia.

Creo que el miedo es un gran aliado, pues nos hace parar a reflexionar y no actuar desde la locura, nos protege, nos asegura las decisiones, y al mismo tiempo nos reta constantemente, nos hace ser valientes y decidir cuántas ganas tenemos de algo para poder lanzarnos y enfrentarnos.

El miedo nos recuerda cómo nos resistimos a los cambios, a aceptar las cosas… como queremos imponer nuestro control sobre todo y sobre nosotros mismos, sin dejar espacio para la vida.

En mi caso, he aprendido a andar de la mano del miedo, a no temer a mirarle, a aceptar que está muy presente en mi vida, que camina y aprende conmigo, que no busca dañarme, más bien alertarme y fortalecerme en cada proceso. He aceptado que la sensación física con la que se manifiesta es de las más intensas pero no por eso negativa, y aun así, siempre me sorprende su impactante llegada. 

Y no, estar en alerta no me funciona, solo hace que me pierda el resto de momentos en los que el miedo no debería ser el protagonista.

El hombre valiente no es el que no siente miedo sino aquél que lo conquista

NELSON MANDELA

Sara Rodríguez

Coordinadora de contenidos

Enamorada del ser humano y su potencial. Educadora Social, enfermera, instructora de yoga, bailarina…muchas experiencias vitales y personas a lo largo de cada una de esas etapas con un elemento común, aprender, acompañar, escuchar, compartir y vivir al son de la danza que nos propone la vida.

Míranos

El miedo
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En este vídeo de fulanito Pérez, al que agradecemos la aportación, podemos ver cómo el miedo es necesario en nuestras vidas para avanzar, aprender y fortalecernos.

Claves

  • El  miedo es una emoción rotunda, intensa y potente
  • El miedo es un gran aliado, pues nos protege, nos hace parar a reflexionar y no actuar desde el impulso
  • El miedo nos recuerda como queremos imponer nuestro control sobre todo y sobre nosotros mismos sin dejar espacio para la vida.
  • Vivir en alerta hace que nos perdamos el resto de momentos en los que el miedo no debería ser el protagonista