Nuestra zona de confort ¿Una jaula de oro?

Nunca pensé lo importante que era salir de la zona de confort, salir de esos limites autoimpuestos, de ese espacio que nos define y que una vez traspasado, nos cambian desde dentro, afectando a todo lo que nos rodea y a cómo lo percibimos.

Me pregunto cuánto de buena es la zona de confort, ese espacio bien delimitado, que considero que tiene mucho que ver con los limites, y no me refiero a esos límites que nos ponemos o nos ponen cuando somos pequeños, para marcarnos unas pautas u obligaciones.

Me refiero a esos espacio de confort, a esos limites que van más allá, los que delimitan y perfilan nuestra personalidad, nuestra forma de vivir, de actuar, de comportarnos en la vida, de relacionarnos, de expresarnos, de pensar, incluso de sentir…

Creo que hay muchos tipos de límites, algunos en los que nos sentimos cómodos y en otros en los que sentimos la presión, donde quisiéramos poder atrevernos a ir más allá de ellos, pero nos sentimos tan seguros y cómodos en nuestro espacio de confort que cuesta mucho salir de ello, incluso aunque no estemos contentos.

Hay límites infranqueables, límites personales, límites de pareja, en las relaciones, en el trabajo, límite social, incluso límites auto impuestos, independientemente de los demás, donde nos sentimos seguros, a salvo de nuestras capacidades, de nuestro aspecto más intrépido.

Los limites me recuerdan dónde está o donde alcanzo mi punto de rigidez o mi tope de flexibilidad, hasta dónde puedo estirar de la cuerda y dónde esta el punto para quebrarse, para romper o romperme.

Creo que muchas veces, un límite es un seguro de protección, en otras, un miedo asumido y aceptado como tal.

Cuando sientes que puedes romperte…

¿Es buena esa sensación? Aún, en estos momentos de mi vida, no sabría decirlo, pues como en todo importa mucho el contexto en el que te encuentras, cómo te sientes por dentro y las circunstancias que te rodean.

Para mí los limites me indican puntos de roce, de inflexión, que me invitan a retarme, a superarlos, a afrontarlos o aceptarlos, me indican donde está mi zona de confort.

Nuestra zona de confort...una jaula de oro?
Traspasar nuestra área de confort

Debo decir que me encanta descubrir mis límites, me queman, me sorprenden… pero soy un poco… atrevida y me gusta retarme a mí misma. Cada vez que tengo que saltar un limite y abrir mi espacio de confort… puf… ardo por dentro, el conflicto interno entre lo que creo que debo y lo que creo que no debo, y las ganas de saltar, entran en lucha. 

Es como contener un campo de batalla activo dentro de mi misma, y encima hay que continuar con la vida cotidiana. En esos momentos, en esos días, todo se me hace duro, difícil. Mi cuerpo está estresado y estoy mucho más irascible, mi mente anda dispersa entre un lado y otro (ni yo misma sé hacia donde tirar) al tiempo que trata de gestionar los quehaceres diarios.

Pero, es cierto que si soy sincera, soy yo misma la que suelo ponerme en esa situación, así de loca. Soy yo la que me coloco en ese precipicio de descubrir que hay más allá de ese límite, que hay fuera de esa espacio que conozco tan bien.

Creo que cuando no estamos dispuestos a saltar un limite, un simple “no” es suficiente.

Pero cuando queremos saltarlo, por retarnos, o por mero aburrimiento en nuestra vida, por ganas de investigar, de cambiar, de descubrir o porque la vida nos empuja… entonces… empieza la fiesta.

Cuando me enfrento a un límite es porque algo en mi interior empieza a agitarse, algo en mi pide cambiar o modificarse.

Al enfrentar un límite, mis creencias, mis miedos, mis hábitos, mis “esto es lo correcto” se enfrentan con mis ganas de sorpresa, de cambiar, de libertad, de sentirme feliz, de ser mejor… es ese conflicto interno de querer permanecer en mi espacio seguro, o saltar fuera de él.

Reconozco que a veces es muy difícil, pues ni yo misma sé de que bando posicionarme, un rato es de uno, otro rato es de otro… y así paso los días hasta testar qué es lo que realmente quiero hacer, que supongo, que no es más que la respuesta a la intensidad de uno de los dos bandos.

Cierto es también que cuando digo “no”, se soluciona de inmediato, he tomado una decisión de no traspasar ese limite y esa puerta se cierra, ese limite se queda tranquilo, al menos de momento y me siento tranquila de continuar en mi zona de seguridad.  

Pero cuando no hay un no tan claro, cuando aparecen los peros…. Ya sé que tarde o temprano tendré que afrontar esa línea.

Romper mis límites…traspasar mi zona de confort

Romper un límite para mí es como romper una forma de pensar, una estructura estable en la que me muevo, puede ser del ámbito que sea, desde un habito personal, hasta un límite familiar. Y desde luego no tiene porqué ser algo malo, ni muy llamativo externamente, para saltar un límite puede ser cualquier cosa que he decidido aceptar como valida o no valida.

Si lo pienso, creo que vivimos con multitud de límites, colocados en nuestras zonas de confort seguras y bien delimitadas, algunos en el trasfondo de nuestra mente que nunca llegamos a cuestionarnos, y otros más… calientes o intensos, por denominarlos de alguna manera, que implican mucho más de nosotros mismos, que sabemos que las piezas a mover van a ser mucho más profundas, pero a la vez muchos más enriquecedoras.

Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente

LUDWIG WITTGENSTEIN

Cuando rompo o salto un límite de este tipo, del que denomino caliente, siento como si la vida se abriera de nuevo, en un espacio diferente, con nuevas opciones que seguramente también estaban antes pero que no alcanzaba o no me permitía ver.

Al salir de este límite es cómo si la esfera que limita un espacio se abriera, se hiciera más grande, expandiéndose, alejando el limite un poco más lejos del centro. Al traspasar esta línea, me permito descubrir algo nuevo de mi misma, en todos los sentidos, desde mi forma de actuar hasta mi manera de apreciar la vida.

Y a su vez, esta nueva esfera también tiene un nuevo limite, que posiblemente decida traspasar en algún otro momento, o no… pero mientras tanto, y por un tiempo, me permito descubrir y experimentar esa nueva zona de expansión. Nuevas posibilidades de mí misma y de interpretar la vida.

Sara Rodríguez

Coordinadora de contenidos

Enamorada del ser humano y su potencial. Educadora Social, enfermera, instructora de yoga, bailarina…muchas experiencias vitales y personas a lo largo de cada una de esas etapas con un elemento común, aprender, acompañar, escuchar, compartir y vivir al son de la danza que nos propone la vida.

 

Claves

  • Los limites perfilan mi personalidad, mi forma de pensar, incluso de sentir.
  • Un limite me recuerda hasta dónde llega mi zona de confort.
  • Salir de la zona de confort y romper un limite es romper una forma de pensar, de actuar, de afrontar la vida.
  • Salir de la zona de confort, no siempre es fácil, requiere de muchas ganas de querer hacerlo.
  • La nueva zona de expansión me ofrece una nueva visón de mí misma y de la vida.